



Si bien en el siglo XIX en Colombia ya se podía hablar de cultivo de café principalmente en la zona limítrofe con Venezuela, en específico, en la zona de Santander, no hubo mayor resonancia de este cultivo en el país dado las escasas vías de comunicación que dejaban aisladas las distintas regiones del país.
Una vez se da inicio a la construcción del ferrocarril de Antioquia se reaviva el espíritu emprendedor de muchos agricultores puesto que para ese momento lo más común era el cultivo de cacao y otros productos de más fácil comercio.
Anteriormente, el café no hacía parte de la idiosincrasia antioqueña por lo cual no era costumbre consumirlo frecuentemente. Es más, se consideraba de total extravagancia y refinamiento y solo tomaban tinto los grandes señores, acompañado de un buen cigarrillo, o en el caso de los más adinerados, de un Habano.
Se habla del primer cafetal en Antioquia hacia el año 1861 en Rionegro el cual estaba conformado por 2.000 arbustos cuya semilla provino de Envigado. (Betancur, 1925).
Las ventas del café eran muy reducidas y el primer comerciante del que se tiene noticia fue don Victoriano Restrepo el cual tenía su oficina en la calle Boyacá. Este negociante recibía a los campesinos que le vendían el café. Para secarlo lo ubicaba en esteras en el patio de su casa. Según afirma Lisandro Ochoa (1948) este personaje fue lo más parecido al primer pequeño exportador de café. Más tarde su venta se trasladaría a la plaza de mercado y se vendía por puchas o por libras, para lo cual se empleaba una balanza de madera.
El café en Antioquia empezó a cobrar un gran auge, debido a que las tierras fértiles y el clima de la región eran propicios para su cultivo, característica que se vio acompañada de los más esmerados cuidados de los campesinos hacia su cultivo. Esto hizo que el café fuera de mejor calidad al ser cultivado y cuidadosamente seleccionado por las mismas familias en sus propias tierras. Estas eran numerosas y se encargaban de todo el proceso: recogían el grano maduro, lo despulpaban, lo lavaban y lo tostaban de manera que podía tener un tiempo de proceso mucho más óptimo para su calidad.
A Medellín empiezan a llegar estos cultivos para separar los granos debidamente y ser empacados para exportar a Europa y Estados Unidos, y fue gracias al impulso de don Tulio Ospina, Tomás Muñoz y Alejandro Ángel quienes a principios del siglo XX le dieron un gran impulso a la industria cafetera en Antioquia a través de la tecnificación con la instalación de las primeras máquinas en el departamento. (Betancur, 1925)
Si bien las guerras civiles en el país retrasaron el avance e industrialización de la producción de café, Antioquia logró consolidarse como una de las regiones en las que el cultivo del café se fortaleció tanto a nivel productivo como social en la región, impulsando su desarrollo hasta alcanzar las proporciones que conocemos hoy en día.



- Fotos tomadas de Pérez, L. F. y Retrepo Jaramillo, E. (1932). Medellín en 1932. Medellín: Instituto Tecnológico Metropolitano
- Pérez, L. F. y Retrepo Jaramillo, E. (1932). Medellín en 1932. Medellín: Instituto Tecnológico Metropolitano
- Betancur, A. (1925). La ciudad 1675-1925. Medellín: Instituto Tecnológico Metropolitano
- Ochoa, L. (1948). Cosas viejas de la Villa de la Candelaria. Medellín: Ediciones Gráficas
Entrevista con la historiadora Maria Isabel Duarte Gandica. Ella obtuvo su título en la Universidad Nacional de Colombia, trabajó en los archivos históricos y fotográficos de la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales FAES así como en la Biblioteca de la Universidad de Antioquia en sus archivos históricos. Actualmente, es la coordinadora de la Sala de Patrimonio Documental de la Universidad EAFIT, la cual alberga hoy documentos históricos, empresariales, científicos, artísticos y culturales. En esta entrevista, la historiadora, nos hace un recorrido por la historia de Medellín en el cual se estaban gestando movimientos culturales que tendrían un impacto para la ciudad y que aportarían al consumo del café alrededor de una charla intelectual.
